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Obituario Dr. Otto Schumann Gálvez

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Dr. Otto Schumann Gálvez (1934-2015), fue un connotado lingüista guatemalteco avecindado en México, investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, aunque en los últimos años de su vida gozó de un cambio de adscripción institucional, laborando en el Programa de Investigaciones Multidisciplinarias sobre México y el Sureste de la misma universidad. Nació en Escuintla, Guatemala, y falleció el 18 de marzo pasado en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Es uno de los cerebros más versados que hayan existido en el ámbito de los idiomas mayances. De madre kekchí y padre alemán, educado en los principios de la religión luterana, pero en constante relación con el mundo indígena (costumbrista) y ladino (católico), fue un hombre dotado con una sensibilidad poco frecuente hacia la pluralidad y tolerancia cultural e idiomática.

Inició en su país la carrera de Historia, que no pudo terminar. Se tituló como lingüista en México (ENAH), como maestro en Ciencias Antropológicas por la UNAM (FFyL) y obtuvo su doctorado en la Universidad de Hamburgo, Alemania. Opinaba con fundamento y erudición sobre cualquier aspecto relacionado con la antropología, historia, lingüística, política y religión de los mayas antiguos y contemporáneos, siempre desde una óptica realista y desmitificada, poco común entre los mayistas de la actualidad, que suelen idealizar su objeto de estudio. Pocos como él conocían los problemas y contradicciones de las culturas mayances actuales.

Lo conocí en 1996, pues con él tuve el privilegio de tomar mi primer curso de maya yucateco. Me impresionaba su conocimiento enciclopédico sobre las lenguas mayances, que le permitía comparar cualquier aspecto fonológico o morfológico entre chol, chontal yokothán o de Tabasco, chortí, itzá -que él llamaba maya de Guatemala- y maya yucateco, aunque su vasto saber también incluía tópicos de idiomas quicheanos y otros ya extintos, como el chontal de Acalan -que él afirmaba era una lengua diferente al chontal de Tabasco, opinión contraria a la de la mayoría de sus colegas, especialmente estadounidenses- y el choltí, chol manché o manché chol, idioma que inevitablemente asociaba con las crónicas de Martín Alonso Tovilla (1640), Nicolás de Valenzuela (1695) o Juan de Villagutierre Soto-Mayor (1701), lo que dice mucho sobre su mentalidad diacrónica y su razonamiento histórico. Por cierto que él afirmaba haber encontrado aún hablantes de choltí en el siglo XX, antes de que fueran arrasados por la violencia de la guerra civil, opinión que desafía la idea de que los últimos choltíes vivieron en el siglo XVIII. Sus intereses académicos también incluyeron el idioma xinca de Guatemala, lengua de filiación no maya.

Además de sus ensayos y libros, Otto trazó una intensa trayectoria docente, formando diversas generaciones de lingüistas, pero también alfabetizando a los indígenas en sus propias lenguas maternas, donde conoció de viva voz los estragos de la guerra civil guatemalteca o de la represión anti-zapatista. Al trabajar por varios años en el Instituto para la Alfabetización de Adultos en Lenguas Indígenas, también generó materiales didácticos en idiomas no mayances, como el náhuatl, mazahua y otomí.

Como estudioso que soy de la epigrafía maya, siempre sostuve con él intensas charlas sobre el tema, donde aprendía mucho y gozaba de su amenidad, enorme sentido del humor y generosidad sin límite. Aunque Otto nunca tuvo tiempo de aprender epigrafía, mantuvo una postura crítica toda la vida hacia el trabajo de los “glifistas” –como él les decía- pues en la década de los noventa opinaba que lo que leían no coincidía con el funcionamiento de las lenguas mayances. En lo que tenía sobrada razón.

No obstante, siempre estuvo abierto a la posibilidad de modificar sus ideas si le daban argumentos. Y es el caso que cuando en 1998 Otto coincidió en Jocotán, Guatemala, con el epigrafista español Alfonso Lacadena, quien estaba buscando datos del chortí para comprender la gramática maya jeroglífica, me dijo impresionado, a su regreso: “lo que lee Lacadena sí coincide con la lengua”. Así fue que desde entonces Otto les concedió a los epigrafistas el beneficio de la duda y tuve el privilegio de impartir junto a él un curso sobre epigrafía y lingüística maya, que tuvo lugar en enero de 2010 en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.

 

Erik Velásquez García